ENTREVISTA
Además, en el caso del aluminio, emplean
perfiles estrechos para disminuir la superficie
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de conductividad térmica, que de por
sí es alta y eso supone uniones todavía
más débiles.
Esto se intenta solucionar utilizando siliconas
estructurales para unir el cristal al
perfil que lleva las bisagras, pero los cristales
sellan sus cámaras con polisulfuro, y
los bituminosos y las siliconas tienen una
adherencia muy mala y estas siliconas
tienen un módulo de elasticidad muy bajo
comparado con las dilataciones del aluminio
y el pvc. Sin embargo, la madera posee
una cualidad denominada anisotropía,
que le proporciona una estabilidad dimensional
en el perímetro del cristal independientemente
de la temperatura y del grado
de humedad y sus uniones en espiga
son muy fuertes, para poder soportar las
cargas más pesadas. Además, se puede
emplear en el perfil la sección que se desee
para mejorar esa resistencia, pues su
conductividad térmica es muy baja y es un
gran material aislante.
¿La ventana de madera ofrece entonces
mayores posibilidades?
La ventana de madera es superior al resto
de las ventanas: más rígida, más estable,
mejora la acústica, su belleza juega un papel
fundamental en decoración, es un material
sostenible y, con el mantenimiento
debido, tiene una vida prácticamente ilimitada.
Permite una versatilidad en el diseño
que los otros materiales no permiten, se
pueden hacer piezas con perfiles que no
pueden existir en los otros materiales.
Pero sus tiempos de fabricación son mayores,
es un producto más caro y con márgenes
menores. Tiene un alto valor, pero
no es un alto precio si consideramos sus
ventajas. Es un producto al que hay que
darle el valor que merece y recuperar su
presencia en los actuales proyectos
Pero no únicamente por ser de madera la
ventana es eficiente. Tiene que estar adecuadamente
diseñada y construida. Influye
el tipo de madera, el espesor del perfil,
las gomas… Todo ello determinará su coeficiente
de transmitancia. Y por supuesto,
las uniones del bastidor, que permitan resistir
las cargas y constituir un elemento
duradero.
Ha participado en proyectos emblemáticos
de passivhaus.
He tenido la suerte de colaborar con el estudio
Amalur Arquitectos en la primera vi-
vienda certificada Passivhaus Premium de
la Comunidad Valenciana. Es el estándar
más exigente en eficiencia energética. Es
un proyecto magnífico para unas personas
estupendas. En mi trayectoria profesional
he fabricado también ventanas para
el extranjero para iglesias, palacios…, así
como en viviendas particulares, hoteles y
proyectos sostenibles.
Se acaban de publicar las bases de
las ayudas a la rehabilitación energética
procedentes de fondos europeos.
¿Puede la rehabilitación energética ser
un revulsivo para el sector de la carpintería
de madera?
Estas ayudas dinamizarán toda la industria
de la construcción, pero normalmente el
porcentaje de ventanas de madera que se
fabrican es muy pequeño. Suelen derivarse
a ventanas más corrientes de aluminio
o PVC.
Una cuestión que tampoco nos ayuda es
la línea de diseño de la mayoría de los arquitectos
actuales: fachadas diáfanas de
cristal con perfiles de aluminio minimalistas.
Estos perfiles, ínfimos, debilitan las
uniones y merman su resistencia.
Me gustaría reivindicar la belleza de la madera.
Está empleándose mucho ahora en
interiores. Pero en el exterior se ha eliminado
o es minimalista y creo que es un
error constructivo utilizar la madera con
perfiles pequeños.
Y junto a la rehabilitación energética,
se está potenciando la economía circular.
Aquí la madera parte con ventajas,
¿considera que es un reto asumible por
nuestro sector?
La economía circular ya existía antiguamente,
cuando los productos se fabricaban
para una vida larga de uso. La economía
lineal es reciente.
En el caso de la madera, con un adecuado
mantenimiento no sería necesario su reciclado,
porque perdura. Es el único material
que se puede mantener e incluso recuperar.
Pero en caso de reciclarse, es algo
que aquí en la Comunidad Valenciana los
carpinteros llevamos haciendo toda la vida,
desde hace siglos incluso.
Tenemos un gran ejemplo de economía
circular con la mobila, que no es más que
madera de pino carolino, pino amarillo que
se taló para construir las casas coloniales
en los siglos XVI y XVII. En el siglo XIX
se empezaron a demoler y la madera de
estas casas se envió a España y Europa a
través del puerto de Mobile, en Alabama.
De ahí, que al llegar al puerto de Valencia la
marca de su procedencia hizo que se le llamara
madera de mobila. Y es esa madera
la que se empleó para las vigas, puertas y
ventanas de todo el centro histórico de Valencia,
hecho por los mejores carpinteros
del mundo. Pero es que, hoy en día, cuando
hay una demolición en esas casas, se
sigue recuperando la madera de mobila y
reutilizando. ¡Qué mejor economía circular
que la de la madera! Tiene muchas vidas
y, aún en su última vida, puede emplearse
como residuo fósil para combustible o para
fabricar subproductos como la celulosa.